Cascadas y saltos de agua

Podríamos conocer la geografía de Cáceres cascada a cascada. La Naturaleza es caprichosa y tremendamente generosa en nuestra provincia. Junto a las gargantas y las piscinas naturales, nos regala la oportunidad de disfrutar del agua que le da vida en otra de sus variantes: las cascadas y los saltos de agua. Elige tu destino en función de la dificultad y compañía con la que vayas a vivir esta aventura. Te proponemos algunas ideas:

El Salto del Diablo es una espectacular cascada de 70 metros de altura a la que se accede fácilmente desde Villanueva de la Vera. La mejor época para visitarla es primavera, aprovechando el deshielo de Sierra de Gredos, de donde procede su agua.

En la misma comarca, también se encuentra La Ventera. Sus 80 metros de caída no dejan indiferente a nadie aunque, en este caso, el acceso es complejo dado que se halla en una finca privada.

En Las Hurdes, visita La Meancera y aprovecha para disfrutar de sus paisajes y las aves únicas que te acompañan en el camino, dado que nos encontramos también en un importante destino birding. En la comarca también destaca El Chorrituelo de Ovejuela y el Chorro de Los Ángeles, con su espectacular cascada de 200 metros de altura, que puede ser divisado desde gran distancia.

Si vas con tiempo, en la zona podrás aprovechar para darte un chapuzón en la piscina natural de Ovejuela.

En el Parque Cultural Sierra de Gata se encuentra la Cervigona. Una cascada de la que solo pueden disfrutar senderistas experimentados, dada la peligrosidad de los riscos y su considerable verticalidad.

Si quieres disfrutar del entorno de un salto de agua en familia y con niños, El Caozo en el Valle del Jerte es una opción. Es la más accesible de todas por su fácil acceso y recomendable también para quien no pueda caminar mucho. La cascada de la Desesperá, en La Vera, también es de dificultad baja e ideal para conocer con los más pequeños.

El Prado Sancho, Las Nogaledas y el risco de la Virgen son algunas de las distintas opciones del Valle del Jerte. Esta última se ubica en la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos y es visible desde varios kilómetros de distancia. Cuando se hiela en invierno cobra más sentido que nunca el sobrenombre con el que la conocen los lugareños: de El Manto de la Virgen.